martes, 21 de abril de 2015

Vulnerabilidad y capital social en barrios populares de Cusco



Autor: Daniel Navarro Cueto 1 2


1 Universidad de Sevilla, Sevilla, España

2 Centro Guaman Poma de Ayala, Cusco, Perú


En Cusco, al igual que en muchas otras ciudades de Latinoamérica, encontramos no una si no dos ciudades bien diferenciadas. Una, la formal, que responde a una planificación urbana, con viviendas construidas por profesionales y habitada por la población de los estratos sociales medios y altos.

Otra, la informal, producto de una ocupación espontánea y desordenada del territorio, cuya morfología urbana se caracteriza por un plano irregular, con viviendas autoconstruidas por las propias familias, usos exclusivamente residenciales o con actividades económicas menores y con población de los estratos sociales más bajos.

A menudo se achaca esta situación a la migración masiva del campo a la ciudad. Sin embargo, las causas deben buscarse en un sistema socioeconómico generador de desigualdades y en la incapacidad de los gobiernos locales de gestionar la expansión urbana, centrando a menudo todo su accionar en la ciudad formal y dando la espalda a la ciudad informal.

En “el ombligo del mundo”, los cerros son ocupados no sólo por migrantes rurales, si no también por población de la ciudad que no puede afrontar el alza de los precios del suelo a causa de la presión turística, generando un proceso de gentrificación que lleva a la movilidad residencial intraurbana de los sectores populares.

La informalidad en la que se lleva a cabo el proceso de ocupación conlleva la falta de reconocimiento por parte de la Municipalidad y la deficiente cobertura de los servicios de saneamiento básico, agua, desagüe y recogida de basuras. Lo que genera, por un lado, un aumento de la exclusión social de estas poblaciones, y por otro lado, el vertido de residuos líquidos y la acumulación de residuos sólidos en las quebradas, con el consecuente impacto ambiental y para la salud.

Este crecimiento desordenado lleva a que gran parte de la población se encuentre expuesta a sufrir un desastre debido a la ocupación de zonas de peligro y a las condiciones de vulnerabilidad. Los peligros más recurrentes son los deslizamientos y las inundaciones que se han visto intensificados a causa de malas prácticas de manejo del territorio. Por otro lado, la vulnerabilidad se debe a las condiciones de construcción precarias de las viviendas y a los limitados recursos económicos de la población.

A pesar de este panorama, no todo es negativo en la ciudad informal. Una de sus fortalezas es el alto grado de cohesión y organización social a través de asociaciones barriales que tienen por objetivo el logro del reconocimiento legal del barrio y la dotación de servicios básicos. Las raíces de estas prácticas de reciprocidad y colectivismo pueden encontrarse en las formas de organización social de la cultura andina del ayni y de la minga.

Frente a ello, en la ciudad formal el interés por la organización y participación vecinal es prácticamente inexistente debido fundamentalmente a una cultura de la individualidad y al hecho de tener cubiertos los servicios básicos.

Una población con un elevado capital social será una población más resiliente (Pelling 2003). La sociedad civil organizada es capaz de prestar ayuda mutua, realizar trabajos comunales, incidir en políticas públicas y llegar donde el Estado no lo hace.

Por todo lo anterior, dos de los grandes retos a los que se enfrenta Cusco para reducir el alto riesgo de padecer un desastre consisten en fortalecer el capital social, más allá de la demanda de los servicios básicos, mediante estrategias participativas e intervenciones urbanas integrales y en implementar políticas de dotación de suelo y vivienda segura a precios asequibles para los sectores más populares en las zonas formales reduciendo así el nivel de segregación socioespacial.

Foto: Evgeni Lykov


BIBLIOGRAFÍA

Pelling, M., (2003). The Vulnerability of Cities: Natural disasters and social resilience., London: Earthscan Publications Ltd.
 



miércoles, 11 de febrero de 2015

Arquitectura y Sumak Kawsay



Frase fuerza:
Solo una arquitectura sostenible dará a los niños en el futuro placer por el paisaje y el lugar

Cuando se habla de sumak kawsay, además de tener en cuenta las connotaciones del universo cultural andino[1], entendiéndolo desde el Estado, se pone énfasis sobre el rol práctico que debe jugar esta ideología en la vida cotidiana contemporánea. En un mundo donde se dilapidan velozmente los recursos naturales la ideología del sumak kawsay apunta a que la mentalidad indague sobre los modos de consumo inteligentes y que el aprovechamiento de los recursos naturales sea sostenible. 

Ahora, cuando se tiene en cuenta que el 50% de los recursos naturales son utilizados en la construcción (Mozó, 2014), comprendemos el impacto de este sector y la necesidad urgente de criterios de sostenibilidad. Un Estado que se jacte de aplicar el sumak kawsay debe establecer normas de construcción que se basen en cálculos técnicos que apunten al objetivo de lo sostenible (puede ser la huella de carbono o la huella hídrica). 

Por otro lado, atendiendo a la necesidad y ley de dotar de identidad a los territorios, es justo que la arquitectura comience a surgir a nivel local e impulsar a que las particularidades culturales de cada localidad llenen de carácter y expresividad la trama urbana. Heidegger en sus cavilaciones sugiere en el contexto de la post-guerra que la única manera de construir bien sucede solamente habitando: ¨solo si somos capaces de habitar podemos construir¨.[2]
 
El hecho de que no existan exigencias en el sector de la construcción ha propiciado un desplazo del conocimiento arquitectónico y en su lugar opera la construcción mercantilista y no planificada. La mayoría de las edificaciones construidas en el país han prescindido del conocimiento arquitectónico.

No hay arquitectura que contradiga más al principio del sumak kawsay que aquella que no comprende el entorno, el lugar, los factores bioclimáticos y las relaciones sociales. Lamentablemente el Estado Ecuatoriano aún no ha sabido incorporar sistemáticamente esta sensibilidad en sus actuaciones. Así, en las diferentes regiones del país vemos el aparecimiento de una arquitectura  estatal (tanto a nivel de edificaciones estatales como en planes de vivienda) displicente y agresiva con el ambiente en su maquinación. Es especialmente irritante ver una ¨infraestructura cultural¨ que desconoce el entorno que pretende representar y potenciar.

Por otra parte Mozó (BAQ, 2014) ha planteado que el futuro de la construcción está en la madera pues es capaz de contrarrestar la emisión de CO2 que el cemento o el metal despiden al ser producidos. Esto sugiere que también se requiere un manejo acertado y riguroso de las reservas madereras (nativas y endémicas) y administrarlo como recurso estratégico del país. Esta sería una perspectiva coherente en la construcción de un arquitectura desde la ideología estatal ecuatoriana del sumak kawsay: la intervención de resiliencia socio-ecológica[3].


                                                                                                                       Ramiro Villamagua V.
                                                                                                                                                              Docente cipArq - Loja


[1] Revisar en: Hidalgo, A; Cubillo, A. (2013). Seis debates abiertos sobre el sumak kawsay. [documento pdf]. Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4722037
[2] Ver en: Heidegger, M. (s/f). Construir, habitar, pensar. [página web]. Recuperado de: http://www.farq.edu.uy/estetica-diseno-ii/files/2013/05/Heidegger-Construir-Habitar-Pensar1.pdf
[3] Siguiendo a Salinas y a Zoido (1996) existen tres formas de intervención al territorio: una primera de ¨respeto mutuo¨, otra de dominación y aprovechamiento de la naturaleza (agresiva), y otra de resiliencia socio-ecológica. Ver en: Navarro, D., Olivo, R., Villamagua, R. (2013). Tres lecturas del territorio y los procesos de artificializaciónen el estuario del Guadalquivir. Sevilla: US.